Vivir Según la Voluntad de Dios

Vivir Según la Voluntad de Dios

Como el apóstol Pablo en su día, hoy también debemos vivir con disciplina; conscientes de vivir una vida según la voluntad de Dios.

Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.
─ 1 Corintios 9:27

Igualmente, nosotros también sabemos que nuestro cuerpo es el vehículo del fracaso. Él hablaba de ponerlo en servidumbre, es decir, cuidar lo que veía, lo que pensaba y lo que obraba.

Nosotros también necesitamos estar atentos, controlar nuestros actos y nuestras inclinaciones, poniendo todo bajo el señorío de Cristo. Pablo también enseñó a Timoteo las mismas condiciones de autocontrol:

Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza. Persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan.
─ 1 Timoteo 4:16

Tener cuidado de “ti mismo” es ejercer “dominio propio,” son unas de las cualidades para estar aprobado de Dios. Leemos en Romanos 12:3: “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.”

La advertencia nace de nuestra tendencia a querer controlar a los demás, instigados por la mente carnal (Romanos 8:5); y luego de los primeros logros la contaminación anula la posibilidad de pensar sobriamente.

La amonestación es que tengamos cuidado con la mente, que es la puerta para la entrada a todas las maquinaciones de Satanás (1 Pedro 5:8).

Hay advertencias en contra de no vivir en la voluntad de Dios

Los descuidos se observan cuando las ovejas comienzan a deliberar sobre la conducta del pastor, porque significa que ya no le siguen porque lo cuestionan.

En muchos casos, como él cambia de actitud y se arrepiente de sus errores, las cosas se revierten y recupera su autoridad delante del rebaño, que vuelve a tomar el camino hacia las metas.

Pero a menudo hay oportunidades cuando Dios interviene porque el pecado ha dañado algún principio básico, tal como el del sacerdocio (contaminación, descuido en las ofrendas, etcétera) y no permite que un mal modelo, roto en su base, siga nuevamente como líder.

Nos recordamos de Nadab y Abiú (Levítico 10:1), que murieron quemados por manejar a su antojo las cosas sagradas. De Coré y sus familiares, tragados vivos por un intento de modificar el oficio sacerdotal por subversión (Números 16:10).

De los hijos de Elí, sentenciados a muerte por robar de la ofrenda que los israelitas traían a Dios (1 Samuel 2:27–29). De Ananías y Safira, fulminados delante de Pedro por defraudar de la ofrenda y negarlo (Hechos 5:1–10).

Somos bendecidos por el Señor cuando vivimos en Su voluntad

En la Biblia tenemos otros casos en que la sanción no fue tan severa, porque los siervos de Dios quedaron con vida y Dios perdonó el pecado, pero el ministerio sufrió una pérdida irreparable.

Tomemos el caso de Moisés y Aarón que modificaron las órdenes recibidas e hirieron la roca en Cades con dos azotes. "Porque ustedes no Me creyeron," dijo Dios, “a fin de tratarme como santo ante los ojos de los Israelitas, por tanto no conducirán a este pueblo a la tierra que les he dado” (Números 20:12).

Sabemos que Moisés rogó reiteradamente a Dios para que revocara esta sentencia pero Dios le contestó: "¡Basta! No Me hables más de esto" (Deuteronomio 3:26).

Él, con la pena del ministerio perdido, tuvo que preparar y alentar a su sucesor (Deuteronomio 3:28). Aarón, por otra parte, no tuvo prerrogativa alguna y murió en el monte Hor, y pasó el ministerio a manos de su hijo Eleazar.

Varios siglos después, Sansón el nazareo, haciendo menosprecio de su condición, jugó con el pecado, y finalmente entregó su consagración (Números 6:1–8) a los enemigos del Señor, siendo el juez de Israel.

Los filisteos le cortaron el cabello y le sacaron los ojos para burlarse de él durante sus fiestas, porque Jehová se había apartado de él (Jueces 16:20).

El ex juez, atado con cadenas, hacía en la cárcel la labor de un animal; mientras sus enemigos alababan a su dios y decían: “Los príncipes de los Filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón, y para regocijarse, pues decían: 'Nuestro dios ha entregado a nuestro enemigo Sansón en nuestras manos.'” (Jueces 16:23)

La voluntad de Dios debe ser lo que más buscamos

En su oración final, Sansón le pidió a Dios que le concediera fuerzas para vengarse por sus dos ojos, y así fue. Un día cuando todos ofrecían sacrificios a Dagón, lo colocaron para palpar las columnas de la casa.

Con la oración “solamente ésta vez, oh Dios” y su deseo “muera yo con los filisteos,” terminó su vida. En verdad, Dios tenía otro destino mejor para él, si hubiera acabado sus días como juez suyo. Dios perdonó a Sansón, pero nunca más ocupó esa magistratura.

Los años pasaron, y Saúl ascendió al trono de Israel. Con el pretexto de reservar animales para el sacrificio, desobedeció la voz del Señor.

El profeta Samuel le dijo: “Por cuanto tú has desechado la palabra del Señor, Él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:23). Saúl siguió viviendo muchos años, pero David fue ungido por rey (1 Samuel 16:12).

Como podemos ver, Dios puede interrumpir el ministerio de un líder, según Su voluntad. Es importante que vivamos de todo corazón por Él.

Para saber si andamos, o no, conforme a la voluntad de Dios, hemos de preguntarnos: ¿Permanece el fruto del Espíritu, aun con mayor o menor intensidad, mostrándose en mi vida? ¿La Palabra convence a mi corazón de que estoy en lo correcto? ¿Tengo paz interior? ¿Cómo me da testimonio el Espíritu, a favor o en contra?

No cabe duda de que el Señor puede guiar nuestra mente y corazón, y así hablarnos de modo que aquello que pensamos y después decidimos, sea conforme a Sus planes establecidos para nuestra vida.

No todo el que Me dice: “Señor, Señor,” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.
─ Mateo 7:21



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2 Corintios 5:7 ─ Porque por fe andamos, no por vista.

El tema de este artículo es acerca de la importancia de vivir en la voluntad de Dios para Su gloria.


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