No Hay Condenación Para los que Están en Cristo Jesús

No Hay Condenación Para los que Están en Cristo Jesús

El capítulo 8 del libro de Romanos es considerado por muchos cristianos como uno de los capítulos más importantes de toda la Biblia.

Este libro, que fue escrito por el apóstol Pablo, comienza con “sin condenación” (Romanos 8:1) y termina con “sin separación” (Romanos 8:39).

El apóstol Pablo nos anima al decir que no debemos temer la condenación porque podemos acercarnos a Dios como nuestro Padre amoroso y perdonador (Rom. 8:15-16). El temor puede paralizar, pero “el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).

Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.
─ Romanos 8:1

Los cristianos que viven avergonzados y con sentimientos de culpa por los fracasos pasados se están condenando innecesariamente a sí mismos cuando deberían estar “olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante” (Filipenses 3:13).

Muchos cristianos viven con el malentendido de que Dios se cierne sobre ellos como una nube oscura, bloqueando el gozo de Su amor y haciéndoles pensar que nunca son lo suficientemente buenos a Sus ojos.

Algunos creyentes sienten el peso de la condenación a pesar de conocer intelectualmente su posición en Cristo y el amor de Dios por ellos. Se han olvidado de que han sido perdonados.

No hay condenación para los creyentes

Pablo escribió en Romanos 7:24, “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?” Dado lo que sabemos de nosotros mismos, dado lo que Dios sabe de nosotros, dado que no hago el bien que quiero hacer y termino haciendo el mal que no quiero (ver Rom. 7:18-20), ¿qué esperanza hay para mí?

Por lo tanto, Pablo nos dice, lo que necesitas saber es que, a la luz de todo eso, no hay condenación. El pecado es el gran problema. Nos seduce y engaña y finalmente nos condena (Rom. 7:11). El pecado susurra una promesa de satisfacción. Pero esa promesa es una mentira.

Aunque estábamos atrapados en el engaño del pecado antes de conocer a Cristo, todavía luchamos con sus efectos hoy. Pero, Jesús ha tratado decisivamente con nuestro pecado. Según Romanos 8:3, Dios “condenó al pecado en la carne.” Lo hizo en la cruz, donde Cristo “mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz” (1 Pedro 2:24).

El capítulo 7 de Romanos nos dice que todavía lucharemos con el pecado y que a veces el pecado puede hacernos sentir débiles y culpables, y hacernos sentir como fracasos. Pero a través de Cristo y Su Evangelio y el mensaje de “no condenación” de Romanos 8, podemos saber que somos amados, seguros y protegidos.

En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a Su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana.
─ Romanos 8:3-4

Debemos dejar que la ley hable y confrontarnos con nuestro pecado. Pero en Cristo, el Evangelio siempre tiene la última palabra.

Como cristianos, vivimos por la gracia de Dios

Una cosa que debemos entender es que el estado de “no condenación” no es solo algo a lo que llegamos eventualmente. Pablo dice que este estado bendito es para hoy. No se refiere a una posibilidad futura, sino a una certeza presente.

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En Romanos capítulo 5 tenemos otro gran pasaje de “por tanto” que nos ayuda a comprender nuestra circunstancia actual ante Dios:

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
─ Romanos 5:1-2

Como cristianos, estamos en la gracia de Dios. Si no estamos en Su gracia, estamos en condenación. Si no somos justificados, si no somos declarados justos por medio de Cristo, estamos condenados.

No nacemos con la oportunidad de elegir vivir en condenación o vivir en justificación. Estamos condenados desde el día en que nacemos. El pecado de Adán condenó a la raza humana; debido a nuestro pecado todos merecemos la muerte.

Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.
─ Romanos 5:12

Pero para un pecador que se arrepiente de su pecado y deposita su fe en Jesús, su realidad presente se transforma en una esperanza viva. Dios te mueve de muerte a vida a través de la resurrección de Su Hijo Jesús. Es una esperanza segura y cierta que todos podemos tener en Jesucristo.

La gracia de Dios a través de Cristo nos salva de la condenación

La promesa de Dios de que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús se basa en el hecho de que somos salvos por gracia mediante la fe, debido a la justicia de Cristo que se nos acredita cuando creemos.

A medida que nos esforzamos por obedecer a Dios y caminar en el Espíritu, a veces nos encontraremos desobedeciendo a Dios. Es en esos momentos que debemos recordar que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús.

Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios.
─ Efesios 2:8

Nuestros pecados y fracasos no mueven al Señor a echarnos de Su reino, porque estamos seguros en Cristo. Dicho esto, debemos vivir una vida de fe y arrepentimiento, sirviendo continuamente al Señor.

No hay mejor noticia que ser salvado de la condenación. Nuestra mayor necesidad es ser perdonados de nuestros pecados para no tener que enfrentar la ira y la condenación de nuestro Creador, y esta necesidad se satisface en Cristo.

Esta satisfacción es eterna, nunca volverás a estar bajo la ira de Dios si realmente has confiado en Jesús como tu Salvador y Señor. “Ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído, disfrutamos de la paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros” (Rom. 5:1).




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Uno de los propósitos principales de la vida cristiana, es permitir progresivamente que el Espíritu Santo produzca más y más de Su fruto en nuestra vida. Dios desea que nuestras vidas muestren el fruto del Espíritu y con la ayuda del Espíritu Santo, ¡esto es posible!

2 Corintios 5:7 ─ Porque por fe andamos, no por vista.

El tema de este artículo es sobre la victoria y la paz que tenemos en Cristo Jesús, quien quita los sentimientos de condenación que a veces sentimos.


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