Nosotros Mismos Tenemos la Culpa
El pecado tiene malas consecuencias, es por eso que Dios está obrando en nosotros para conformarnos a la imagen de Cristo.
Culpar a los demás ha sido un rasgo humano desde el principio. Cuando Adán y Eva comieron del árbol prohibido, sus ojos fueron abiertos y perdieron su inocencia.
Dios le preguntó a Adán una pregunta simple, pero seria: “¿Dónde estás?” (Génesis 3:9). En el pasado Adán tenía comunión íntima con Dios, pero ahora él respondió con temor y se escondió.
La siguiente pregunta que Dios le preguntó fue aún más seria que la primera: “¿Has comido del árbol del cual Yo te mandé que no comieras?” (Génesis 3:11).
Entonces el juego de la culpa comenzó: “La mujer que Tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí” (Génesis 3:12). Adán culpó a Dios y Eva por su pecado.
Dios sabe que el pecado nos priva de las bendiciones
Eva culpó a la serpiente en lugar de a sí misma. Desde ese día en el huerto del Edén, tendemos a culpar a los demás en lugar de nosotros mismos por nuestras decisiones pecaminosas.
A aquél, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.
─ Santiago 4:17
Dios a menudo utiliza nuestros propios errores como herramientas para captar nuestra atención. Él no impedirá que Sus hijos dejen de ser castigados por sus pecados, porque Él sabe que el pecado nos priva de las bendiciones y oportunidades de mejorar nuestro carácter.
Por más dolorosa que pueda ser su situación, dé gracias al Padre celestial por amarle y disciplinarle. Cuando aprendemos de la experiencia, las cicatrices del pecado pueden llevarnos a la restauración y a una nueva y más estrecha relación con nuestro Señor y Salvador.
En Cristo, Dios nos perdona nuestros pecados
Cuando pecamos debemos asumir la responsabilidad. Debemos orar como David después de que hayamos pecado:
Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: “Confesaré mis transgresiones al Señor; y Tú perdonaste la culpa de mi pecado.”
─ Salmos 32:5
El perdón de Dios es completo y total. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Además, nuestras peores y más devastadores decisiones pueden ser redimidas para Su gloria. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es” (2 Corintios 5:17).
El perdón de Dios es necesario y es el fundamento del evangelio de Cristo para el mundo y debe guiar a todos los que lo han recibido a regocijarse y alabar a Dios por Su misericordia y gracia. AMÉN.
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2 Corintios 5:7 ─ Porque por fe andamos, no por vista.
El tema de este artículo es sobre las consecuencias a las que conduce una vida pecaminosa y cómo esa vida es contraria a lo que el Dios de la Biblia quiere que vivamos.
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