El Señor Te Ayudará, No Te Desesperes
Dios utiliza los malos caminos de Satanás para Sus propósitos soberanos, aunque a veces incluye la desesperación.
Satanás ataca a los creyentes con su espada de doble filo: la duda y el desánimo. Pero él no se detiene allí. Él tratará de desalentarnos con el fin de quitarnos la esperanza.
Si tiene éxito nos sentiremos derrotados. Si no tenemos cuidado, sus ataques tendrán éxito cuando estamos cansados de las batallas espirituales.
La desesperación de Elías
El profeta Elías es un ejemplo de esta verdad. El punto culminante de su ministerio llegó encima del monte Carmelo, donde mató a 450 profetas de Baal (1 Reyes 18:40).
Sin embargo, inmediatamente después de esa gran victoria, huyó para salvar su vida porque la reina Jezabel lo amenazó con la muerte (1 Reyes 19:1-3).
Corrió desde el monte Carmelo hacia el desierto de Beerseba: “Y anduvo por el desierto un día de camino, y vino y se sentó bajo un arbusto (enebro); pidió morirse y dijo: 'Basta ya, Señor, toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres'” (1 Reyes 19:4).
Y él respondió: “He tenido mucho celo por el Señor, Dios de los ejércitos; porque los Israelitas han abandonado Tu pacto, han derribado Tus altares y han matado a espada a Tus profetas. He quedado yo solo y buscan mi vida para quitármela.”
─ 1 Reyes 19:10
Elías perdió la esperanza porque él no pudo ver a sus circunstancias a través de los ojos de la fe; él estaba tratando de pelear la batalla por su cuenta. Él se decayó emocional, fisica, y espiritualmente. Se sintió derrotado, y se llenó de autocompasión.
Dios siempre tiene el control, incluso en nuestros momentos de desesperación
Pero Dios no había abandonado Elías. Él todavía estaba en control y Su pueblo todavía era numeroso. “Pero dejaré 7,000 en Israel, todas las rodillas que no se han doblado ante Baal y toda boca que no lo ha besado” (1 Reyes 19:18).
Elías había, en efecto, quitado el “casco de la salvación” y había recibido un golpe casi mortal a su confianza en la bendición de Dios en su vida.
Puede haber momentos en los que, como Elías, usted pierde su confianza y duda de la fidelidad de Dios. En esos momentos, ponerse el casco de la salvación significa apartar nuestra vista de nuestras circunstancias y confiar en las promesas de Dios.
Pero puesto que nosotros somos del día, tengamos dominio propio, habiéndonos puesto la coraza de la fe y del amor, y por casco la esperanza de la salvación.
─ 1 Tes. 5:8
Los propósitos de Dios siempre serán realizados. “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito” (Romanos 8:28).
No siempre puedes sentir Su presencia o entender lo que Dios está haciendo, pero puedes estar seguro de que Dios nunca te dejará ni te abandonará. Es una promesa segura del Señor.
Sea el carácter de ustedes sin avaricia, contentos con lo que tienen, porque Él mismo ha dicho: “Nunca te dejaré ni te abandonaré.”
─ Hebreos 13:5
Nuestro casco de la salvación nos protege del desaliento y la desesperación. “Tomen también el casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:17-18).
Para ser victorioso sobre la desesperación, necesitas permanecer en Jesús
Sabiendo que tenemos un enemigo diabólico, nosotros como cristianos debemos permanecer firmes en Cristo contra Satanás y sus planes malignos. Satanás quiere que vivamos en desesperación y separados de Dios. Es por eso que Pedro escribió lo siguiente:
Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resístanlo firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en sus hermanos en todo el mundo.
─ 1 Pedro 5:8-9
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Quizás no haya ninguna doctrina de la Biblia que haya sido atacada con más frecuencia que la doctrina de la deidad de Cristo; el hecho indiscutible de que Jesucristo es Dios.
2 Corintios 5:7 ─ Porque por fe andamos, no por vista.
El tema de este artículo es sobre la ayuda que Dios nos da en nuestras dificultades y cómo nunca debemos sentirnos desesperados.
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