El Mensaje de Habacuc Sobre la Fe y el Gozo
El profeta Habacuc mostró una gran fe y un gran respeto por la soberanía de Dios, a pesar del pecado que lo rodeaba.
El libro de Habacuc es para tiempos como nuestros. El profeta condena los pecados de Judá, pero lidia con el hecho de que el pueblo escogido de Dios sufrirá a manos de enemigos aún más malvados que ellos.
Habacuc pasó por una situación muy difícil, una situación donde iba de mal en peor. Este libro comparte una conversación entre el profeta Habacuc y Dios.
Habacuc le hace a Dios dos preguntas sobre Su justicia
El profeta le preguntó a Dios por qué la gente buena debe sufrir y por qué la gente cruel parece tener éxito. Déjenme parafrasear la conversación...
● La primera pregunta que hizo Habacuc en 1:1-4 fue, “¿Dios, por qué no Te importa ni haces nada cuando Tu pueblo es tan violento y no respeta Tu ley? ¿Dónde está Tu justicia?” No pensaba que Dios esperaría a juzgar y corregir a Su pueblo.
● Dios le contestó en 1:5-11, “Es importante para Mí, y haré algo misterioso para traer justicia: Usaré un pueblo cruel y tenaz, los caldeos, para juzgar a Mi pueblo.” Dios anunció que iba a llevar a Su pueblo al exilio.
● Habacuc le respondió en 1:12-2:1, “¿Los caldeos? ¿Usarás los caldeos, un pueblo tan violento e injusto, para juzgar a Tu pueblo que es más justo que ellos?”
● Dios contestó a Habacuc otra vez en el capítulo 2 diciendo que Él sabía de los caldeos, pero iba a usarlos para juzgar al pueblo de Dios en Su tiempo escogido.
La comprensión de Habacuc del carácter de Dios cambia de manera significativa
El capítulo 3 nos muestra la respuesta del profeta, en forma de oración, un poema que brota de lo más profundo de sus emociones y entendimiento, de lo que había experimentado en la conversación con el Señor.
Habacuc nos muestra que aun cuando las situaciones de la vida van de mal en peor, siempre podemos confiar y gozarnos en el Señor. El libro de Habacuc termina con un Salmo (una canción). El mensaje de este Salmo es que Dios rescatará a Su pueblo.
Oí, y se estremecieron mis entrañas; a Tu voz temblaron mis labios. Entra podredumbre en mis huesos, y tiemblo donde estoy. Tranquilo espero el día de la angustia, al pueblo que se levantará para invadirnos. Aunque la higuera no eche brotes, ni haya fruto en las viñas; aunque falte el producto del olivo, y los campos no produzcan alimento; aunque falten las ovejas del redil, y no haya vacas en los establos, con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación. El Señor Dios es mi fortaleza; Él ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar.
─ Habacuc 3:16-19
Habacuc cambió su actitud después de reconocer la grandeza de Dios y luego se sometió a Su plan. El profeta Habacuc fue transformado de ser un hombre que estaba quejándose con el Señor en el primer capítulo a un hombre que proclamaba su gozo en el Señor, aun cuando las cosas iban de mal en peor.
El versículo 17 del capítulo 3 dice que Habacuc se regocijó en el Señor aunque no había fruto en las viñas, ni ovejas, ni vacas, y todo lo que una cultura agrícola necesitaba. ¿Cómo puede Habacuc estar alegre incluso si faltan todas estas cosas? Porque su fe en Dios le dio alegría.
Así es el orgulloso: en él, su alma no es recta, mas el justo por su fe vivirá.
─ Habacuc 2:4
Estamos llamados a vivir por fe y nada más. Ya sea que estén pasando por tiempos buenos o difíciles, los justos deben vivir por fe. La verdadera fe mira fuera de sí mismo y al Señor Dios.
Hemos visto que Habacuc oyó el plan de Dios, meditó en Su carácter, y oró a Dios con una fe sincera para llegar a este punto. Pasó por alto sus circunstancias temporales y su propio entendimiento y confió en el Señor y Sus promesas eternas.
Y en Jesús, nosotros también tenemos esta esperanza y gozo, “una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, reservada en los cielos” (1 Pedro 1:4). Tenemos un futuro lleno de gloria y gozo en la presencia del Señor, y el Espíritu Santo es nuestra garantía de esta herencia futura.
Vivir por fe es posible por el poder de Dios
En versículo 19 del capítulo 3 dice que “El Señor Dios es mi fortaleza; Él ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar.” Me encanta esta ilustración que usa Habacuc para describir la seguridad que tenemos en Dios.
Vivir por fe durante tiempos difíciles puede ser como montar en lo alto de las montañas, uno puede tropezar y lastimarse, y a veces sentimos que lo único que podemos hacer es caer.
Pero Dios hace que los pies de Habacuc sean como los de las ciervas que corren y andan encima de las rocas sin problema. Debido a que somos el pueblo del Señor, podemos caminar con fe y confianza en cualquier situación.
Las promesas de Dios nos dan alegría
El apóstol Pablo pasó por un tiempo muy difícil antes de escribir la carta a los Filipenses. Él escribió esta carta desde la cárcel y entendía lo que es vivir por fe. A pesar de una situación injusta y sin saber cuándo saldría de la cárcel, Pablo dijo: “Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).
Y más tarde Pablo dio el mandato de regocijarse en el Señor siempre (Filipenses 4:4). ¿Cómo pudo el apóstol Pablo decir estas palabras? Porque su fe en Jesús y Sus promesas le dio gozo.
No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
─ Filipenses 4:11-13
Tal vez tú o alguien que conoces diría: “Es bueno que Habacuc y Pablo encontraron esta paz y gozo, pero yo nunca podría hacerlo. Mis situaciones son diferentes, no puedo seguir adelante.”
Nosotros también podemos estar desanimados si no vivimos por fe en las promesas de Dios. Nuestra seguridad en Cristo no depende de nuestras circunstancias, depende de la bondad y seguridad que solo Cristo nos ofrece.
El amor de Dios por nosotros nunca se agotará
La fe verdadera mira fuera de sí misma y al Señor Dios quien nos ama. El amor que Dios tiene para Sus hijos es sin medida y es eterno.
Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
─ Romanos 8:37-39
● También puede leer: Resumen del Libro de Habacuc.
El pecado que mora en nosotros aún (Romanos 7) está en constante batalla contra el Espíritu que también mora en nosotros desde el nuevo nacimiento. Si Cristo murió por nuestros pecados y hemos sido liberados del poder del pecado, ¿por qué seguimos cayendo?
2 Corintios 5:7 ─ Porque por fe andamos, no por vista.
El tema de este artículo es acerca del profeta Habacuc y lo que él enseñó acerca de la fe y el gozo.
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