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Dios Ve Todo Lo Que Hacemos
Recibir aprecio no es malo para nosotros, pero puede ser peligroso. Podemos olvidar que, incluso en nuestras grandes obras, debemos recordar esta gran verdad: “Siervos inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho” (Lucas 17:10).
Hace poco asistí a una reunión en homenaje a una artista musical talentosa, que en vida había tocado el alma de muchas personas. El tributo a esta mujer creyente incluía videos y grabaciones, fotos, instrumentistas y oradores.
Cuando todos se habían ido de la iglesia, me detuve para agradecerles a los técnicos cuya labor impecable en el panel de control había contribuido tan eficazmente para llevar a cabo este conmovedor homenaje. “Nadie notó lo que hicieron”, les dije. “Eso es lo que queremos”, respondieron.
En el capítulo 6 de Mateo, Jesús les dijo a Sus discípulos que dieran (vv. 1-4), oraran (vv. 5,6) y ayunaran (vv. 16-18) para agradar a Dios, no para que la gente los elogiara.
Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. ─ Mateo 6:6
Ya sea que uno dé, ore o ayude, Jesús dijo: “tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (vv. 4,6,18). Algo en nuestro interior nos hace desear que nos vean y nos reconozcan por nuestras buenas acciones. Aunque el estímulo y la gratitud no tienen nada de malo, el deseo de ser elogiados puede minar nuestro servicio porque quita el objetivo de beneficiar a los demás y se centra en uno mismo.
Es mejor merecer reconocimiento y no recibirlo que recibirlo sin merecerlo. Cuando no hay un “gracias” en público, podemos sentirnos desairados. No obstante, aun cuando servimos a Dios en secreto, Él lo ve todo.
El Señor mira desde los cielos; Él ve a todos los hijos de los hombres. Desde el lugar de Su morada Él observa a todos los habitantes de la tierra. ─ Salmo 33:13,14
Hay muchas personas que afirman ser cristianas, pero niegan la plena deidad de Cristo. Ellas pueden decir que Jesús fue sólo un gran maestro o un profeta verdadero de Dios, o incluso un ser divino. ¿Qué dice la Palabra de Dios al respecto?
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