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El Concepto Bíblico del Gozo

La alegría es lo que el hombre anhela más que nada, aunque él lo busca erróneamente en cosas que no edifican. La verdad es que sólo se puede encontrar cuando tenemos una relación genuina con Dios.

La palabra gozo aparece a menudo en las Escrituras. Por ejemplo, los salmos están llenos de referencias al gozo. El salmista escribe: “El llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría (o gozo)” (Salmo 30:5), y “Aclamen con júbilo (o gozo) a Dios, habitantes de toda la tierra” (Salmo 66:1).

De la misma manera, en el Nuevo Testamento leemos que el gozo es un fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22), lo que significa que es una virtud cristiana. Al ver este énfasis bíblico, debemos entender lo que es el gozo, y perseguirlo.

A veces se nos dificulta entender el concepto bíblico del gozo por la manera en que lo define y describe nuestra cultura occidental. En particular, a menudo confundimos el gozo con la felicidad. En las bienaventuranzas (Mateo 5:3-11), de acuerdo a la traducción tradicional, Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu...Bienaventurados los que lloran...Bienaventurados los humildes” (vv. 3-5, énfasis agregado), y así sucesivamente. Algunas veces, sin embargo, los traductores adoptan el lenguaje moderno y nos dicen que Jesús dijo feliz en lugar de bienaventurado.

Sin embargo, la palabra griega usada en las bienaventuranzas se traduce mejor como “bendecido”, pues comunica no solo la idea de felicidad, sino también la de una profunda paz, confort, estabilidad, y grande gozo. Así que debemos tener cuidado cuando leemos el texto del Nuevo Testamento, para no leerlo con los lentes del entendimiento popular de la felicidad, y así perder el concepto bíblico del gozo.

Cuando no somos felices, pensamos que es imposible decidir por un acto de la voluntad el cambiar nuestros sentimientos. Tendemos a pensar en la felicidad como algo pasivo, algo que nos pasa y sobre lo que no tenemos control. Es involuntario. Sí, lo deseamos y queremos experimentarlo, pero estamos convencidos de que no podemos crearlo por un acto de la voluntad.

Una y otra vez en las páginas del Nuevo Testamento se comunica la idea del gozo como un imperativo, una obligación. En base a la enseñanza bíblica, yo inclusive diría que es un deber cristiano, su obligación moral, el tener gozo. Eso quiere decir que cuando un cristiano falla en tener gozo, está pecando, y que la falta de felicidad y gozo son, en cierta manera, manifestaciones de la carne.

Por supuesto, hay veces en que nos llenamos de dolor y tristeza. Jesucristo mismo fue llamado “varón de dolores y experimentado en aflicción” (Isaías 53:3). Las Escrituras nos dicen: “Mejor es ir a una casa de luto que ir a una casa de banquete” (Eclesiastés 7:2). Inclusive en el sermón del monte, Jesús dijo: “Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados” (Mateo 5:4). Puesto que la Biblia nos dice que es perfectamente legítimo experimentar lamento, dolor, y duelo, esos sentimientos no son pecaminosos.

¿Cómo podemos permanecer gozosos todo el tiempo?

En su carta a los filipenses, el apóstol Pablo habla acerca del gozo y acerca del deber cristiano a regocijarse una y otra vez. Por ejemplo, escribe: “Regocíjense en el Señor siempre” (4:4). Este es un imperativo bíblico, y no deja lugar para no regocijarse; Pablo dice que los cristianos deben regocijarse siempre, no a veces, periódicamente, u ocasionalmente. Luego agrega: “Otra vez lo diré: ¡Regocíjense!” (4:4). Pablo escribió esta epístola desde la prisión, y en ella habla de cosas sombrías, como la posibilidad de ser martirizado y derramado como sacrificio (2:17). Y aun así le dice a los creyentes filipenses que deben regocijarse a pesar de las circunstancias en las que se encontraba.

¿Cómo podemos permanecer gozosos todo el tiempo? La clave para el gozo cristiano está en su fuente, la cual es el Señor. Si Cristo está en mí y yo en Él, esa relación no es una experiencia casual. El cristiano obediente siempre está en el Señor y el Señor siempre está en él, y esa siempre es una razón para tener gozo.

Aun cuando el cristiano no puede regocijarse en sus circunstancias, si pasa por dolor, lamento, o tristeza, aun puede regocijarse en Cristo. Nos regocijamos en el Señor, y ya que nunca nos deja ni nos abandona, podemos regocijarnos siempre.

Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense! La bondad de ustedes sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. ─ Filipenses 4:4,5


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Por Fe Andamos

El crecimiento espiritual es un proceso de toda la vida, de manifestar menos y menos los hechos de la carne (Gálatas 5:19-21) y de producir más y más el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22,23). Aprender cómo crecer espiritualmente es un esfuerzo de toda la vida, el cual ocurre cuando usted lee y aplica la Palabra de Dios en su vida.


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