Una Perspectiva Bíblica del Pecado
Muchos no reconocen su necesidad de la Salvación porque no ven la seriedad y gravedad del problema del pecado en su vida.
El rey David era un hombre conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13:14). Sin embargo, él no era de ninguna manera perfecto. No era un padre eficaz (1 Reyes 1:5,6), tampoco siempre confiaba en Dios (1 Samuel 21:10-22:1).
¿Tenéis una perspectiva bíblica del pecado?
Pero sin duda sus mayores fracasos fueron su adulterio con Betsabé y el posterior asesinato de su esposo (2 Samuel 11 y 12). Después de que el profeta Natán lo confrontó con su pecado, David confesó su pecado a Dios. Confesión, en primer lugar, implica el saber lo que es el pecado. En el Salmo 51 David resumió la perspectiva bíblica del pecado.
En primer lugar, el pecado merece el juicio. David suplicó:
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia; conforme a lo inmenso de Tu compasión, borra mis transgresiones.
─ Salmos 51:1
La confesión verdadera debe comenzar con una admisión de culpabilidad.
En segundo lugar, el pecado exige una limpieza.“Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado.” (Salmo 51:2) “Muy limpios son Tus ojos para mirar el mal” y Él no puede “contemplar la iniquidad” (Habacuc 1:13), sólo aquellos limpiados de sus pecados pueden entrar en Su presencia.
La confesión verdadera reconoce la contaminación que el pecado causa (1 Juan 1:7,9).
En tercer lugar, el pecado es nuestra responsabilidad. A diferencia de Adán y Eva (Génesis 3:12,13), David aceptó toda la responsabilidad por su pecado. En Salmo 51:1-3, se refirió a sus pecados como “mis transgresiones.”
La confesión verdadera no culpa a los demás por el pecado.
En cuarto lugar, todo pecado es en última instancia, contra Dios. David admitió esto cuando le dijo a Dios: “Contra Ti, contra Ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de Tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas.” (Psalm 51:4)
La confesión verdadera reconoce a Dios como el Legislador supremo.
En quinto lugar, el pecado es parte de la naturaleza humana. “Yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre.” (Salmo 51:5) David aceptó la enseñanza bíblica de la depravación total — que todos los hombres heredan el pecado de Adán. “Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.” (Romanos 5:12)
La confesión verdadera mira hacia adentro por la causa del pecado, no a factores externos.
Una vida cristiana debe ser una vida cambiada. Una persona que afirme ser un creyente mientras vive una vida que continuamente demuestra otra cosa, debe preguntarse acerca de la autenticidad de su fe.
Los cristianos son perdonados sin importar cuantas veces pequen, pero al mismo tiempo, los cristianos deben vivir una vida más santa progresivamente, a medida que se acercan más a Dios. Alabado sea Dios, porque cuando nos arrepentimos de nuestros pecados en el nombre de Jesús, Él no mantiene un registro de nuestros pecados.
Señor, si Tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿Quién, oh Señor, podría permanecer? Pero en Ti hay perdón, para que seas temido.
─ Salmos 130:3,4
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