El Cielo Nunca Será Aburrido
Aunque la mayoría de nosotros no tenemos prisa por llegar al cielo, muchos de nosotros tenemos preguntas al respecto. Nuestro primer vistazo del cielo será de asombro y deleite.
El cielo es uno de esos lugares en los que solo tenemos algunos detalles de cómo será. Pero las Escrituras nos dan suficientes principios fundamentales que nos dan razones para creer que no será aburrido.
En el cielo, abrazaremos la santidad y la justicia de Dios. Él será nuestra fuente de alegría. El infierno y Satanás nunca interferirán con la grandeza de Dios o nuestro gozo en Él. Todo esto debería motivarnos a compartir el evangelio de Cristo con quienes nos rodean.
>Antes bien, como está escrito: “Cosas que el ojo no vio, ni el oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”
─ 1 Corintios 2:9
¿Alguna vez has considerado que podrías aburrirte en el cielo, que las cosas puedan perder su brillo o su gusto, o que toda la novedad y la intriga del cielo se desvanezcan como lo hacen la mayoría de las cosas en la tierra?
Cuando cantamos, “Cuando hemos estado allí diez mil años ... no tenemos menos días para cantar Sus alabanzas que cuando comenzamos”, ¿te preguntas si tal declaración te alentará?
La verdadera alegría solo se encuentra en el cielo
Para algunos, la vida eterna suena maravillosa al principio. Pero a menos que tengas una comprensión firme de lo que dice la Biblia sobre la vida eterna, puedes preguntarte: “La eternidad es realmente mucho tiempo, ¿es esto algo que realmente deseo?”
Algunos pueden preguntar que incluso después de estar en el cielo diez millones de años, “¿Realmente tendré el mismo deseo que una vez tuve de seguir existente allí que tenía al principio?” En el corazón de estas preguntas existenciales se encuentra una profunda preocupación por si el gozo eterno realmente existe.
Cuando finalmente lleguemos al cielo descubriremos que ver a Dios será nuestro mayor gozo. La barrera entre nosotros y Dios desaparecerá para siempre. Ver a Dios cara a cara es ver lo que siempre hemos deseado ver: el Dios Santo para el que fuimos creados.
Mis palabras proceden de la rectitud de mi corazón, y con sinceridad mis labios hablan lo que saben. El Espíritu de Dios me ha hecho, y el aliento del Todopoderoso me da vida.
─ Job 33:3-4
En su sermón, “El cielo, un mundo de amor”, Jonathan Edwards, de una manera nada menos que impresionante, explica brillantemente las maravillosas realidades de cómo será nuestro gozo en el cielo. A continuación se presentan tres de estas realidades:
1. Tendrás mayor capacidad de gozo.
En el cielo, tu cuerpo resucitado estará equipado con una capacidad inimaginable de gozo. La Biblia dice que tendrás un cuerpo resucitado mucho mejor que cualquier cosa que hayas conocido en la tierra. Pablo, en 1 Corintios capítulo 15, dice que tu cuerpo será más fuerte, más espiritual, glorioso y eterno.
Así es también la resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo corruptible, se resucita un cuerpo incorruptible; se siembra en deshonra, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en poder; se siembra un cuerpo natural, se resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual.
─ 1 Corintios 15:42-44
Nuestro conocimiento e intelecto, y todo lo demás acerca de nosotros, será renovado y restaurado para que disfrutemos a Cristo plenamente, todo esto con cuerpos perfectos.
En el cielo nuestra alegría nunca dejará de crecer
Jonathan Edwards declaró: “Nuestro ser terrenal tiene sólo una pequeña chispa de amor divino. En el cielo, esa chispa se convertirá, por así decirlo, en una llama brillante y ardiente, como el sol en su máximo esplendor.”
Eso sería una enorme cantidad de alegría. Pero eso todavía no resuelve el problema de la complacencia. ¿No es posible que la alegría se desvanezca? Edwards, de nuevo, diría: “¡De ninguna manera!”
2. Tendrás una capacidad cada vez mayor para el gozo.
En el cielo, tu capacidad de gozo nunca dejará de crecer. Nunca. Según Edwards, serás “bendecido con alegrías que aumentan para siempre y, sin embargo, siempre están llenas.”
En otras palabras, nuestra capacidad de experimentar el amor, de tener conocimiento, comprensión y alegría, siempre será “creciente y progresiva”. Y estas cualidades nunca terminarán. Las implicaciones de esto son asombrosas.
Me darás a conocer la senda de la vida; en Tu presencia hay plenitud de gozo; en Tu diestra hay deleites para siempre.
─ Salmos 16:11
Estar en la presencia de Dios eliminará cualquier idea de que el cielo se vuelva aburrido, estático o demasiado familiar. ¿Cómo puede ser? Bueno, si tu habilidad para disfrutar de Dios y Sus dones siempre se expande, tu percepción del cielo siempre será más plena y profunda.
En el cielo comprenderás todo con mayor claridad, comprenderás más plenamente y sentirás más profundamente el gozo más verdadero; el de estar cerca de tu Padre celestial. Será una alegría cada vez mayor por toda la eternidad.
¿Cómo es posible esto? ¿Nos quedaremos sin maneras de disfrutar de Dios después de diez millones de años? Otra vez, Edwards diría: “¡No!” ¿Y por qué no? Porque Dios es infinitamente perfecto.
3. Adoras a un Dios infinito y santo.
Debido a que Dios es infinito, se puede disfrutar infinitamente. Su carácter es infinitamente profundo, santo e inagotable. Jesucristo nunca se quedará sin maneras de ayudarte a disfrutar de tu Padre celestial.
Imagina el alcance de todo el universo: billones de estrellas brillantes, ardiendo más brillante que el sol; magníficas constelaciones; miles de millones de galaxias, todas magníficas y vastas, coloridas y misteriosas. Sin embargo, todos son finitos.
En el cielo nos deleitaremos en el amor de Dios para siempre
Todas estas galaxias y constelaciones quedan muy cortas en comparación con la amplitud, longitud, altura y profundidad del amor de Cristo. Su amor, gracia, bondad, sabiduría, poder y misericordia son interminables, y podremos deleitarnos en Él para siempre.
Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
─ Romanos 8:37-39
Hay algo interesante a tener en cuenta. Si Dios es más glorificado en ti cuando estás más satisfecho en Él, nuestro disfrute cada vez mayor de Dios por toda la eternidad se convertirá simultáneamente en la glorificación cada vez mayor de Él mismo. ¡Esto es genial!
Ahora cuando cantas, “Cuando hemos estado ahí diez mil años”, te darás cuenta de la maravilla cada vez mayor de estar en el cielo con el Señor y de la bendición que Él te ha dado.
La bendición del cielo es estar en la presencia de Dios
Después de estar en el cielo diez mil años, mirarás hacia atrás y dirás: “Qué poco sabía de Él entonces. Cuánto he crecido en mi amor por Él.” En última instancia, lo que hace que el cielo sea celestial es la presencia de Dios mismo.
En el cielo solo contemplaremos gloria, grandeza, belleza, resplandor, pureza, y perfección interminable. ¿Por qué? Porque estaremos en la presencia de nuestro Dios eterno (Apocalipsis 22:4). Para aquellos que creen en el Señor Jesús por fe, el mayor gozo está por venir.
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La oración es vital. Si queremos progresar en nuestra vida cristiana, debemos comprender por qué debemos orar sin cesar. La oración nos hace más como Jesús y nos revela el corazón y la mente de Dios.
2 Corintios 5:7 ─ Porque por fe andamos, no por vista.
El tema de este artículo es sobre el cielo y las cosas que haremos allí con Dios.
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