Dando Una Sandalia de Amor                                 

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A pesar de todo esfuerzo por entender el amor, la humanidad es cada vez más fría, más apática y menos amorosa.

Una joven mochilera en Colorado se encontró con otra mujer cojeando por un sendero de montaña. En un solo pie usaba un zapato improvisado hecho de ramitas verdes envueltas con una tira de tela. “Perdí un zapato cruzando un arroyo”, dijo. “Espero que puedo bajar de la montaña antes de que anochezca.”

La primera excursionista metió la mano en su propia mochila y sacó una sandalia deportiva. “Usa esto,” dijo. “Me lo puedes enviar por correo a mí cuando llegues a tu casa.”

La mujer aceptó la sandalia con gratitud y partió por el sendero. Pocos días después la sandalia llegó en el correo con una nota que decía: “Pasé a varias personas que notaron mi apuro, pero eras la única que ofreció ayuda. Hizo toda la diferencia. Gracias por compartir tu sandalia conmigo.”

La Biblia dice que el amor puede ser visto y tocado, es tangible. Puede ser tan grande como el cuidado del Buen Samaritano para un hombre herido (Lucas 10:30-37) o tan pequeño como un vaso de agua dado en el nombre de Jesús (Mateo 10:42).

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. ─ 1 Juan 4:10,11

El amor verdadero toma acción. La Biblia dice: “Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” (1 Juan 3:18) En el camino de la vida, cuando nos encontremos alguien con necesidad, ofrezcamos una “sandalia de amor” en el nombre de Jesús.

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